Inicias tu programa de doctorado, eliges un tema para desarrollar una tesis, consolidas los resultados durante un par de años y se te aparece la oportunidad de presentarlos en tan solo 3 minutos ante una audiencia no especializada.
Ese fue el reto que asumieron 13 estudiantes doctorales de la Universidad de los Andes, en la primera edición de “Tesis en 3 Minutos”. La iniciativa surgió con el propósito de desarrollar habilidades para presentar proyectos de investigación de manera efectiva en cualquier entorno y se inspiró en concursos similares que se realizan en instituciones internacionales como las cuatro que integran el Campus Iberus: la Universidad de Zaragoza, la Universidad Pública de Navarra, la Universidad de Lérida y la Universidad de La Rioja (España).
Esta primera versión de “Tesis en 3 Minutos” se llevó a cabo el 25 de septiembre de 2023, en el auditorio Mario Laserna C de Los Andes. Los jurados fueron Catalina González, directora de Internacionalización, Jairo Arturo Escobar, director de Transferencia y Luis Jaime Salgar, experto en Derecho Constitucional del Fondo Educativo Gabriel Vegalara (DEGVL).
Ellos evaluaron la compresión, la comunicación y el valor que los participantes le dieron a sus investigaciones, y seleccionaron tres ganadores. Juan Camilo Farfán, doctorando de Ciencias y Biología, y Brigitte Castañeda, doctoranda de Economía, ocuparon los dos primeros lugares y viajarán a Cartagena a competir en una segunda fase con estudiantes de otras universidades.
Mientras que, el tercer lugar fue para Samuel Nossa Agüero, doctorando de Estudios Interdisciplinarios sobre Desarrollo (CIDER).
La fagoterapia como alternativa para tratar el acné
La interacción entre microorganismos y sistema inmunológico ha sido uno de los intereses prioritarios de Juan Camilo Farfán a lo largo de su trayectoria académica. Es así como, a partir de múltiples análisis, detectó que el acné tiene los componentes precisos para entender esa dinámica.
Y es que este trastorno cutáneo no solo afecta al 85 % de los jóvenes entre 12 y 24 años, sino que es la octava enfermedad más prevalente a nivel mundial y, actualmente, la mayoría de fármacos existentes para tratarla provocan efectos secundarios que ocasionan que los pacientes abandonen la medicación
En medio de esa problemática, el estudiante doctoral propuso en su tesis que los fagos pueden ser una nueva alternativa de tratamiento para controlar el acné. La razón es que además de ser virus que tienen la capacidad de infectar exclusivamente a las bacterias, interactúan con el sistema inmunológico para disminuir inflamaciones causadas por patógenos bacterianos.
El primer paso de la investigación fue caracterizar los filotipos, es decir, las diferentes cepas que tiene la bacteria Cutibacterium acnes, que es la que produce el acné. Esa labor posibilitó que el investigador uniandino identificara que el filotipo IA1 es el más asociado a la enfermedad porque se relaciona con la producción de moléculas inflamatorias en células de la piel.
Con ese hallazgo, acudió a la colección de fagos que tiene a su disposición para encontrar a unos que solo ataquen a ese filotipo IA1. Sin embargo, aunque todavía no ha hallado ninguno que cumpla exactamente esa tarea, sí ha descubierto que muchos disminuyen la toxicidad causada por la bacteria y, adicionalmente, tienen un impacto sobre otros filotipos.
La misión final es entender si eso está pasando porque los fagos atacan a la bacteria o porque interactúan directamente con la célula. “Aunque esto es una fase preclínica, quiero demostrar que la ciencia que se realiza en las universidades tiene el potencial para llegar a convertirse en una aplicación real, como por ejemplo una crema que las personas puedan usar directamente en su piel”, explica Juan Camilo Farfán.
“Fue muy emocionante quedar en mi primer lugar, no me lo creía. Estos ejercicios son esenciales para seguir cumpliendo el propósito de divulgar la ciencia”, agrega.
Juan Camilo Farfán, doctorando de Ciencias y Biología, y ganador del primer lugar.
Un análisis del impuesto al carbono
Aunque Brigitte Castañeda hizo su pregrado en ingeniería de petróleos, la economía ambiental se convirtió en la disciplina que la conquistó en el posgrado. Su inquietud por evaluar las políticas climáticas fue la que la terminó envolviendo del todo.
Desde el inicio de su camino doctoral, la alumna de Los Andes decidió estudiar el impuesto al carbono. La motivación principal fue determinar cómo promover una transición energética que mejore las sensaciones de bienestar en el futuro.
Este impuesto le asigna un precio a todos los bienes que contienen carbono para que se reduzca su demanda y se usen elementos limpios como las bicicletas o los carros eléctricos. Esa tendencia impulsa las ganancias del sector dedicado a las energías renovables y, en caso de una inversión adecuada, incrementa las innovaciones.
Pero, también exige que aumenten los costos relacionados con la tecnología y la reubicación de trabajadores en nuevas áreas. En tres años de indagaciones rigurosas, la investigadora percibió que el impuesto tiene un efecto positivo en los países que poseen una mayor cantidad de energía limpia y, en principio, uno negativo en los que dependen de fuentes fósiles.
Aunque, encontró evidencias que indican que a medida que se van adaptando, alcanzan un umbral de fuentes limpias que les posibilita comenzar a beneficiarse e impulsar la economía.
Las revelaciones que Brigitte planteó en su tesis son de alto impacto porque permiten pensar en las habilidades que tienen que adquirir las personas para trabajar en los nuevos sectores que surjan y lograr que la transición sea justa.
“Fue sorprendente ser galardonada en este tipo de concursos que son cruciales para la investigación. Mi idea es seguir disfrutando lo que hago y profundizar con un segundo artículo en el que se detalle cuáles sectores crecen o decrecen a raíz de las políticas climáticas”, puntualiza la doctoranda Brigitte Castañeda.
Brigitte Castañeda, doctoranda de Economía y ganadora del segundo lugar.
Las veedurías, una poderosa herramienta ciudadana
Si bien es cierto que muchos mecanismos nacen con una razón de ser en especial, terminan cambiando su misión sobre la marcha. Así lo descubrió Samuel Nossa Agüero, doctorando del CIDER, cuando inició su investigación de tesis sobre el derecho a la ciudad y cómo la gente en Bogotá lo está reivindicando.
“Me di cuenta de que las veedurías tomaron un papel muy importante en las decisiones de planeación de la ciudad, aunque no estuvieron hechas para eso. Su diseño inicial era vigilar que no se malversaran los fondos de los contratos, pero terminaron siendo un actor que controla alcaldes y hasta frena proyectos estratégicos”, afirma.
Esa realidad lo inspiró para encontrar las razones del cambio y el éxito que han tenido. Fue así como, tras una amplia exploración, notó que la preocupación que la ciudadanía tiene por la corrupción fue el factor que hizo que las veedurías se inclinaran por alcanzar otro tipo de protagonismo.
Adicionalmente, Samuel junto a Sergio Montero —su director de tesis y colega— detectaron que son tres las claves que permiten que una veeduría tenga una acogida positiva: Estar compuesta por un grupo interdisciplinar con conocimientos técnicos especializados y jurídicos, tener contactos con líderes políticos y movilizar discursos atractivos para la sociedad.
“En la práctica social y ciudadana, las pistas que da este proyecto inspiran a otros procesos comunitarios para controlar al sector público. Así mismo, transmiten el mensaje de que sí es posible que las personas les exijan a los gobiernos que sean lo que ellos quieren”, concluye Samuel Nossa Agüero.
Samuel Nossa Agüero, doctorando de Estudios Interdisciplinarios sobre Desarrollo (CIDER) y ganador del tercer lugar.