María Paula González Giraldo
Estudiante de la Facultad de Arquitectura y Diseño
12/01/2022

“El americano del sur no pretende reunir un territorio geográfico, sino lo que pretende es la construcción de un paisaje social”

Solano Benítez 

Ilustración 1. “Retazos de identidades”. Bordado de imágenes.

Ilustración 1. “Retazos de identidades”. Bordado de imágenes. Fuente: autoría propia.

¿Cómo concebir América Latina contemporánea desde la arquitectura? Una posible analogía para entender las dinámicas irregulares de desarrollo urbano y social de América Latina, a mi consideración, es la Torre de David en Caracas (Venezuela), espacio donde la realidad supera la ficción. Se ha creado orgánicamente una ciudad vertical que desafía la uniformidad al estar conformada por elecciones personales y diferentes patrones de vida (Urban Think Tank, 2013, p. 161). Muchos podrían considerar el resaltar características del contexto latinoamericano como la informalidad o la escasez de recursos de peligrosas, al romantizar problemas sociales producto de sucesos pasados, desde la colonización española de Latinoamérica y, con ella, la implantación de nuevas formas de vida, hasta la globalización actual; no obstante, estos procesos son nuestra realidad sumergida[1]. ¿Pueden estos problemas y situaciones conflictivas potenciar inventivas que planteen nuevos esbozos de desarrollos propios? El reconocimiento y valoración del contexto y sus problemáticas es el primer paso para situar(nos)[2]  en nuestra realidad y actuar acorde a ella. Los fenómenos latinoamericanos proponen desafíos tanto teóricos como prácticos al concepto habitual de arquitectura; por lo tanto, Latinoamérica se presenta como divergencia, pero no como un exotismo panamericanista, sino como laboratorio para nuevas líneas metodológicas y de acción en el campo arquitectónico.

Ilustración 2. Torre de David. Daniel Schwartz.

Ilustración 2. Torre de David. Daniel Schwartz. Fuente: https://www.danielschwartz.co/torre-david. Consultado mayo 28, 2021.

El concepto de arquitectura en 2021 se deriva de nuestra reflexión crítica frente a fenómenos actuales: el cambio climático, las brechas de desigualdad, el extractivismo y la condición humana, subrayando solo algunos. Esto abre la pregunta de si el desarrollo urbanístico y arquitectónico ha sido parte de los desencadenantes de crisis actuales. ¿Es la arquitectura una solución o el problema? Siguiendo esta disyuntiva, la arquitectura debería rediseñarse; El antropólogo Arturo Escobar menciona que “el diseño está inexplicablemente ligado a las decisiones sobre el tipo de vidas que vivimos y los mundos donde las vivimos; estas son cuestiones normativas que la academia usualmente rehúye, dada su predilección por la neutralidad” (Escobar, 2016, pág. 52). Conceptos como la desmaterialización arquitectónica dan paso a la transición de objeto a espacio, consideración importante con la actual conurbación de las ciudades y su presión sobre el entorno natural. El vacío urbano se presenta entonces como la oportunidad de una “neocolonización natural” (Ensusitio, 2008, s.p.); como la condición de no construir para, medianamente, alivianar el territorio. Otros temas como el reciclaje de estructuras e intervención

al patrimonio, con proponentes como Lina Bo Bardi con el SESC Pompéia y posteriormente Santiago Pradilla con obras como la casa Trujillo, ponen en discusión las características de adaptabilidad y cambio que debería manejar la arquitectura y el arquitecto para responder a las disparidades temporales de las distintas sociedades y a cambios programáticos mediante proyectos de código abierto o mediante reivindicaciones espaciales. En pocas palabras, pensar arquitectura hoy es pensar en trabajar con lo ya existente, re-diseñarlo y re-situarnos en el espacio.

Ilustración 3. Proyecto Parque Bicentenario, antiguo aeropuerto de Quito.

Ilustración 3. Proyecto Parque Bicentenario, antiguo aeropuerto de Quito. Ejemplificación del vacío urbano. Fuente: https://i.pinimg.com/originals/e0/b8/ff/e0b8ffdb010fde2b14b356dcdf6be975... Consultado 29 de mayo, 2021.

Si se es coherente con el contexto actual, el arquitecto también debe repensarse no solo como profesional sino como individuo, como ciudadano con deberes sociales y morales. Considero que, para primero construir estas nuevas líneas de accionar arquitectónico, lo más lógico es una transformación interna del yo[3] como lo plantea Michel Foucault. Por ejemplo, el adquirir la sensibilidad perdida, el desaprender y el trabajar tanto vivencial como arquitectónicamente al margen de los marcos teóricos exocentristas, facilitarían una proyección arquitectónica más coherente. La ciudad abierta[4] de Ritoque ilustra, de una forma sutil, que el permitirse la exploración interna para posteriormente transitar hacia una exploración externa es también un acto político y vivencial. Adicionalmente, evitar procesos como la institucionalidad arquitectónica por medio de la enseñanza sistemática (Cox, s.f) o la megalomanía arquitectónica, puede evitar la segregación de nuevas inteligencias colectivas necesarias para una verdadera apropiación, palabra con el tiempo vaciada de significado, del espacio. Sumado a esto, la interdisciplinariedad y la inclusión de campos como las ciencias sociales son fundamentales para adquirir una mirada caleidoscópica de comunidades, territorios y proyectos; de esta forma, el arquitecto tiene la responsabilidad de formar redes relacionales, epistemológicas y vivenciales.

Ilustración 4. Taller Amereida en la Ciudad abierta (2010). Universidad católica de Valparaiso.

Ilustración 4. Taller Amereida en la Ciudad abierta (2010). Universidad católica de Valparaiso. Biblioteca Nacional de Chile http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-87017.html

Con estas nuevas aproximaciones hacia lo arquitectónico, la definición de arquitectura vitruviana[5] empieza a tambalear. El cambio más importante en la definición del oficio arquitectónico es la consideración de esta (la arquitectura) de un objeto construido a un conjunto de acciones. De esta forma, la arquitectura se puede concebir como una de las muchas formas de transformar hábitos de vida y relaciones socioespaciales; no únicamente como un espacio para albergar relaciones, sino para visibilizarlas, potenciarlas, rescatarlas, repararlas y entrelazarlas.

Una arquitectura que no basa su éxito en las proyecciones espaciales, sino en lo que sucede después de construida la obra, en la habitabilidad y continuo desarrollo simbiótico entre la obra y la comunidad que la habita. Consecuentemente, la arquitectura se presenta como una herramienta más, un conjunto de nodos multiescalares capaces de conformar infraestructura urbana enfocada a albergar redes vivas, entendidas como espacios que se abren hacia consideraciones naturales comprendiendo una arquitectura multidimensional y multiespecie con el fin de reintegrar el factor no humano a la vida humana.

Ilustración 5. Las calles moviéndose. Contexto del Paro Nacional 2021, Bogotá, Colombia.

Ilustración 5. Las calles moviéndose. Fuente: Diego Cuevas Sánchez. Publicado por BogotArt. Contexto del Paro Nacional 2021, Bogotá, Colombia. https://www.instagram.com/p/CGm3AuxB_j9/ Consultado 25 mayo, 2021.

Mucho se ha hablado sobre la creación de una teoría arquitectónica latinoamericana como contestación a la modernidad apropiada y al desarrollo por arrastre[6] que hemos legitimado como una realidad propia. ¿La construcción de una teoría arquitectónica latinoamericana puede tener un verdadero impacto en la población “de a pie”? Considero que esta búsqueda incesante por una identidad propia proyectado en la teoría es energía perdida por dos razones. En primer lugar, porque no existen identidades estáticas y puras al mismo tiempo que no se puede homogenizar el mosaico latinoamericano: existen identidades derivadas[7] (Cox, s.f) producto de procesos de transculturización; por lo tanto, convergen múltiples identidades formadas a partir de retazos difíciles de englobar en una única identidad. En segundo lugar, para crear una teoría funcional se deben crear primero las acciones y metodologías que marquen los patrones que darán forman a estas identidades y posterior teoría; por lo tanto, lo importante no es crear una teoría latinoamericana sino ser sensibles al entorno y a las necesidades latinoamericanas porque Latinoamérica no vive de teorías, vive de realidades y acciones concretas.

Con lo anterior, la arquitectura latinoamericana debe responder de una forma adaptable a lo cambiante e informal de los tejidos urbanos y humanos; debe ser capaz de trasgredir su posición espacial para crear una reverberación que permee múltiples escalas urbanas. Así mismo, ideas como el multi-programa y la gestión de recursos deben responder a estrategias de optimización en contextos con precarios recursos. Los procesos arquitectónicos también deben revindicar potencialidades latinoamericanas, como materialidades, ecosistemas y con ello la arquitectura multiespecie, los desarrollos progresivos, las diversas formas de habitar, la autogestión y desarrollo de las ciudades auto-construidas y las economías de los territorios. Con esto último me surge una última pregunta difícil de responder ¿puede la arquitectura desligarse del yugo económico que actúa como una estrategia de ocupación ontológica[8] naturalizada por el actual sistema? ¿Puede abordarse, desde esta nueva concepción arquitectónica, una emancipación latinoamericana contra estas neo colonizaciones?

Ilustración 6. La Comuna. Natura Futura (2018).

Ilustración 6. La Comuna. Natura Futura (2018). Proyecto que brinda soluciones a problemáticas sociales y ambientales. Fuente: https://naturafuturarq.com/proyecto/la-comuna/ Consultado 28 mayo, 2021.

Ilustración 7. La Comuna. Natura Futura (2018).

Ilustración 7. La Comuna. Natura Futura (2018). Diagrama que muestra el impacto multiescalar del proyecto en el tejido urbano. Fuente: https://naturafuturarq.com/proyecto/la-comuna Consultado 28 mayo, 2021.

Bibliografía

Cox, F. (s.f.). Tres aproximaciones teóricas... .Pag 26- 57

Ensusitio. (2008). Vacío Urbano . Arquitectura ensusitio. Recuperado de:https://ensusitioarq.com/vacio-urbano2.html

Escobar, A. (2016). Autonomía y diseño, la realización de lo comunal . Popayán : Universidad del Cauca .

León, A. M. (2016). Prisioneros de Ritoque , la ciudad abierta y el centro de detención . Ann Arbor : Universidad de Michigan, USA.

Lydia Kallipoliti (2013) Torre de David / Gran Horizonte, Journal of architectural education, 67:1,  159- 161

Moreno, C. M. (25 de 03 de 2021). SITUAR(SE).

Waisman, M. (s.f.). La corrientes posmodernas vistas desde América Latina . Summa , 44- 53.

Waisman, M. (s.f.). La corrientes posmodernas vistas desde América Latina . Summa , 44- 53.


[1] “Pseudodislocación de la identidad que consecuentemente descentra el punto de vista – intelectivo, emocional y valórico- con la consecuencia exocentricidad de nuestras apreciaciones de la realidad; que así se nos aparece subsecuentemente distorsionada”. (Cox, s.f, pag. 36)

[2] Situar(se). Situar: verbo, situar un objeto / Se: como se sitúa uno en un sitio. (Moreno, 2021)

[3] “Así Foucault rechaza los procesos que reaccionan a la represión externa, haciendo hincapié en cambio sobre las prácticas basadas en la liberación ideológica del yo, independientes de las condiciones externas” (León, 2016).

[4] “Ciudad abierta es una escuela de arquitectura que ha definido su pedagogía como una combinación de poesía y arquitectura…el proceso refleja la filosofía de la escuela: que la arquitectura debiese ser un evento colaborativo, efímero y utópico que exista fuera de los límites de la práctica profesional convencional” (Pérez de Arce et al., 2003, como se citó en León 2016).

[5] Según el tratado de arquitectura de Vitruvio ampliamente estudiado en la academia, la arquitectura descansa sobre 3 pilares : Venustas (belleza), firmitas (firmeza), utilitas (utilidad). Con la nueva interpretación arquitectónica el pilar venustas ya no tendría cabida por lo cual la ausencia de este significaría la caída de la concepción de arquitectura tradicional.

[6] “Por arrastre” término usado por Marina Waisman para referirse al inminente avance del desarrollo de la civilización occidental (países con mayor poder adquisitivo) los cuales permean al resto del mundo y terminan instalando el sistema como propio de las otras regiones.

[7] Así, estas nuevas formas de vida y de cultura no son ni europeas ni indígenas; sino que de hecho implican una nueva recombinación, una nueva síntesis, hija mestiza por así decirlo, de padre español y madre amerindia” (Cox, s.f. pag. 27.)

8 “La ocupación de los territorios de la gente por el capital y el Estado implica aspectos económicos, tecnológicos, culturales, ecológicos y, a menudo, armados pero su dimensión más fundamental es ontológica. Desde esta perspectiva lo que ocupa los territorios es una ontología particular, la de los individuos, el conocimiento experto, los mercados y la economía” (Escobar, 2016).

[8] “La ocupación de los territorios de la gente por el capital y el Estado implica aspectos económicos, tecnológicos, culturales, ecológicos y, a menudo, armados pero su dimensión más fundamental es ontológica. Desde esta perspectiva lo que ocupa los territorios es una ontología particular, la de los individuos, el conocimiento experto, los mercados y la economía” (Escobar, 2016).

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