En el siglo XX, la forma de entender la arquitectura y su función cambió. Los nuevos desarrollos y eventos históricos dieron paso a un cuestionamiento acerca del papel del arquitecto y la forma en la que se debería enseñar y aprender arquitectura. La Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo (FAU USP, 1961-1966), proyectada por João Vilanova Artigas, se caracteriza por su integración de la técnica y los ideales pedagógicos que se materializan en su interior. Así, se estudiará como éste es un edificio que evidencia la dialéctica entre la pedagogía tradicional y las nuevas ideas, en la medida que la utiliza como eje unificador en su desarrollo estructural, programático y estético. A través de la planimetría, palabras del autor, y fuentes de contextualización se entenderá cómo estas ideas pedagógicas se reflejan en la distribución del edificio; y cómo su estructura hace evidentes las discusiones entre las bases ingenieriles del programa y sus nuevas intenciones artísticas. A su vez, se demostrará cómo la envolvente logra relacionar estructura y programa para permitir el desarrollo urbano y funcional que se buscaba en el momento.
La primera mitad del siglo XX se caracterizó por la constante reflexión acerca del papel del arquitecto en occidente. Dada la crisis en los valores sociales en el periodo de la segunda posguerra, se puso en cuestión el rol de la arquitectura frente a la ciudad y la sociedad. Así, empezó la búsqueda de una arquitectura funcional, que combinara la técnica constructiva, la funcionalidad y su composición formal, y, a su vez, explorara las dimensiones sociales del espacio interior (Sainz, s. f.). Esto afectó tanto a la industria como a la academia. En Brasil, significó un enfoque hacia la exploración del concreto reforzado, el cual sería apropiado como una técnica nacional (Contier & Anelli, 2015). En la academia, particularmente en São Paulo, significó el paso de la arquitectura desde la politécnica, donde se veía la arquitectura como una ingeniería, a la USP en el sector de las ciencias humanas.
En este contexto se formó Artigas, quien vivió el cambio en la forma de entender la arquitectura: de una profesión encargada de la proyección conceptual y estructural, a una con un enfoque social y urbano. De esta manera, Artigas se caracterizó tanto en su enseñanza como en su práctica, por mostrar la importancia de ambas vistas, y, consiguientemente, la dialéctica entre el entendimiento teórico y pedagógico tradicional y moderno. El cambio en el programa pedagógico de la FAU radicó en ampliar el campo de acción y reflexión de la arquitectura, dándole "un nuevo enfoque de la realidad (…), de modo que pudieran abordar los problemas de trabajo con una nueva visión crítica" (Lemos, 1978. p. 158). Consecuentemente, se agregó un enfoque urbano, social, político y cultural al estructural que ya se trabajaba en la FAU. Visto en el edificio de Artigas, cuyo discurso era el de una estructura que entendía la forma de aprender y enseñar arquitectura, es evidente cómo se buscaba generar los espacios para ambos, el aprendizaje y la vida participativa del arquitecto.
Esto se manifestó en la distribución del edificio, en la medida que se incluyeron espacios comunes, de conocimiento y también de manifestación y participación. A través de los espacios vacíos y de rampas de circulación se le da continuidad al edificio, logrando una transición fluida entre los espacios que hacen parte de la vida académica de un arquitecto y los espacios de convivencia y participación. Además, se incluyen una serie de espacios necesarios para que los estudiantes aprendan a través de la experiencia y la sensibilidad, en sintonía con la mentalidad de constructor. Así, la función y disposición de estos espacios, con sus conexiones verticales y horizontales que plantea el edificio, permiten una convivencia y flujo de ideas entre todos los actores de la Facultad, lo cual promueve la socialización y la creatividad (Junqueira, 2011). De esta manera es claro que la distribución de los espacios en el edificio, y la función asignada a cada uno de ellos no solo entendían la forma de aprender y enseñar arquitectura, sino que intentaban reforzar las distintas funciones y campos de acción del arquitecto.
Mediante la estructura del edificio, Artigas representa esta nueva intención de unir la ingeniería con el aspecto social y artístico que incluye la arquitectura. A través de la honestidad material y la geometría de los elementos estructurales, el arquitecto logró demostrar que la estructura puede ser un elemento plástico que permite el desarrollo conceptual y espacial del edificio, y no solo el esqueleto, como es su entendimiento tradicional. Las columnas exteriores en forma arbórea, las vigas con forma de “V” en la cubierta, la envolvente en concreto de los pisos superiores del edificio: todos son ejemplos de elementos estructurales que no solo hacen visible la forma en la que funciona la estructura ̶ pues muestran cómo viajan las cargas ̶ sino que a través de su material y geometría se vuelven elementos plásticos y compositivos. Además, es esta precisión estructural lo que permite crear espacios como la Sala Caramelo (la plaza central), con un área de 710m² libres de apoyos. De esta forma, la estructura da paso al ámbito social y participativo que Artigas propone como parte del rol del arquitecto. Así, se evidencia la dialéctica entre las bases ingenieriles del programa pedagógico de la FAU y sus nuevas intenciones artísticas, pues, es a través de la proyección estructural y la honestidad material que se ve en el edificio, que se da lugar a una estética representativa y la creación de los espacios donde se desenvuelve el estudiante.
Los propósitos pedagógicos y sociales también fueron lo que le dio forma a la envolvente del edificio, la cual relaciona el espacio interior y su funcionalidad, exterior en su planteamiento urbano, y la estructura y estética del material. La fachada en los primeros pisos muestra una dualidad en su función frente a la ciudad. Por un lado, se caracteriza por su transparencia y su capacidad de traer el exterior al interior, llevando el espacio natural y urbano a la Sala Caramelo, evidenciando una voluntad urbana y participativa constante. Por el otro, a través del voladizo que precede esta envolvente transparente, se logra generar un espacio más introspectivo, lo cual responde al propósito académico del edificio y a las necesidades del momento, cuyas tensiones sociales y políticas eran altas. De la misma manera, la caja de hormigón que se ve en los últimos pisos es la forma en la que la envolvente responde a las necesidades de aprendizaje del estudiante. Así, Artigas la utiliza para centrar la concentración de los estudiantes a su trabajo en los talleres, limitando su conexión con la naturaleza a la cubierta que proporciona luz cenital. Finalmente, las columnas arbóreas son la forma en la que se demuestra que arte y estructura no son excluyentes y al unirlos se puede crear algo mucho más representativo. De esta manera, la envolvente representa la unión de los grandes pilares de la pedagogía en la arquitectura que se estaban comunicando en la FAU, estructura y el rol participativo del arquitecto, y muestra como Artigas valoraba la ingeniería y el desarrollo estructural en la medida que este podía aportar al edificio: su espacio interior, su estética y su relación urbana con la ciudad.
En conclusión, en una época de grandes cambios en la arquitectura, la FAU USP es un edificio que se esfuerza por evidenciar la dialéctica entre lo tradicional y lo nuevo, tanto en sus ideas de pedagogía como en su desarrollo estructural, programático y estético, logrando que estos nuevos principios pedagógicos se conviertan en el eje unificador del edificio. Visto desde la distribución y conexión que tienen los espacios, se entiende como el edificio responde a las necesidades de la vida del arquitecto y el rol que éste debe tener frente a la sociedad. A su vez, la estructura logra convertirse en un elemento artístico y habilitador de la multiplicidad de espacios, punto clave en esta nueva pedagogía. Y finalmente, la envolvente une estos aspectos y entiende las necesidades interiores y exteriores, de usuario y de ciudad, para luego presentarse como un elemento funcional que considera y responde de manera unitaria a la pedagogía, al aspecto urbano y social, y la lógica estructural y plástica.
Referencias:
Artigas, Joao Vilanova. Cascaldi, Carlos | 1961-1968 | FAU- USP. (2018, mayo 20). Catálogo de arquitectura • Venezuela | Latinoamérica. https://catalogosdearquitectura.wordpress.com/2018/05/20/artigas-joao-vi...
Ferrando Bramona, J. (2014). João Vilanova Artigas, fundador de la «Escola Paulista». DPA: Documents de Projectes d’Arquitectura, 30, 6-17.
Junqueira de Camargo, M. (2011). El edificio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de São Paulo, y la formación de los arquitectos. Dearq, 9, 168-181. https://doi.org/10.18389/dearq9.2011.14
Sainz, J. (s. f.). ARQUITECTURA Y URBANISMO DEL SIGLO XX. 34.
Segawa, H. (2013). The Affirmation of a Hegemony 1945–1970. En H. Segawa, Architecture of Brazil (pp. 170-177). Springer New York. https://doi.org/10.1007/978-1-4614-5431-1_7